Wilhelm Emmanuel Freiherr von Ketteler (Münster, 25 de diciembre de 1811 - Burghausen, 13 de julio de 1877)
Ketteler fue el sexto de nueve hijos del matrimonio conformado por
Maximilian Freiherr von Ketteler (1779–1832) y su esposa Clementine von
der Wenge (1778–1844). Después de veintisiete años como uno de los obispos católicos más carismáticos de Maguncia. Fue uno de los instauradores del catolicismo social en Alemania, y su ejemplo sirvió para su extensión en Francia.
Nació el 25 de diciembre de 1811, sexto hijo de Maximiliam Fiedrich
von Ketteler Harkotten y Clementine Wenige-Beck en Münster. La familia
de Ketteler llevaba una vida sencilla impregnada de espíritu cristiano.
Fue educado inicialmente en la casa paterna, pero después, dado que sus
padres le consideraban un chico difícil, inquieto, temerario, a veces
incontrolable e iracundo, le enviaron a un internado Jesuita en el Cantón del Valais,
Suiza. Tras cuatro años volvió a Münster donde terminó sus estudios de
secundaria obteniendo lo que Alemania se llama "Abitur" el certificado
requerido para entrar a una universidad. Después de esto, empezó sus
estudios de Derecho en la Universidad de Göttingen, e hizo estadías
estudiantiles en Berlín, Heidelberg y Múnich. En Münster aprobó el
examen estatal y en 1833 entró como Escribano a trabajar en la Función
Pública. Para el servicio militar fue llamado al ejército, al que
abandonó un año después como suboficial. El trabajo en la administración
no lo hacía feliz y decidió separarse de la Función pública. La
oportunidad para esto fue el llamado “evento de Colonia”: el 20 de
noviembre de 1837, el gobierno prusiano hizo apresar al Arzobispo de Colonia, por negarse a un acuerdo entre el gobierno de Prusia y los obispos de occidente para supervisar matrimonios mixtos. Así que abandonó ese trabajo.
Empezó a cuestionarse por otras opciones de vida, y se le planteó la
idea de ser sacerdote. Respecto a esto, escribió una vez a su hermano
Wilderich: Para tranformarme dignamente hacia el estado religioso,
harían falta milagros más grandes que resuscitar muertos”. Para aclarar
su dudas, le escribió al Obispo de Eichstätt, a quien tenía una gran
confianza, pero no recibió respuesta. Cuando este Obispo más tarde se
encontró con Ketteler, el obispo actuó como si la pregunta sobre el
futuro vocacional de Kettler ya hubiera sido respondida desde hace mucho
tiempo y sólo le preguntó dónde quería formarse como sacerdote. Este
encuentro fue para Ketteler como una señal de Dios y empezó sus estudios
en Teología y su formación sacerdotal primero en Eichstätt y luego en München.
El 1 de junio de 1844 Ketteler fue consagrado sacerdote y celebró su primera misa en la catedral de Münster.
Tuvo su primer puesto en Beckum como capellán. Como dice en su lema: “ A
partir de ahora ya no puedes tener otro interés que el salvar las almas
de los hombres y su necesidad” puso su atención principalmente en la
salvación de los hombres con sus almas inmortales y también sus
necesidades terrenales. Por ejemplo, Para los niños de las granjas
periféricas, quienes tenían un largo camino hasta la escuela de Beckum, y
que en la pausa de mediodía no sabían a donde ir, él preparó un cuarto
caliente con comida. Cuando vio niños mendigando en la calle, construyó
una casa para ninios pobres y llamó la atención a la comunidad: “Un niño
mendigo en nuestra comunidad, eso es algo inaudito”.
Era el tiempo de una industrialización progresiva. Un nuevo estrato
venía a formar el horizonte social: el trabajador y el proletariado
industrial. En la Convención Nacional alemana convocada para el 18 de mayo de 1848 en la Paulskirche en Frankfurt,
se elaboraría una nueva Constitución para los Estados Federados. En
esta convención Ketteler fue representante del distrito de Tecklenburg.
En la cuestión de las escuelas tomó la palabra y en un discurso exigió
entre otras cosas la libertad de enseñanza y aprendizaje así como el
derecho de las comunidades a tener escuelas primarias. 1848 fue también
el primer Katholikentag alemán en Maguncia.
Kettler participó en este evento y dio un discurso improvisado sobre la
libertad de la Iglesia y las cuestiones sociales. Ahí lo escuchó el
capellan de la catedral de Maguncia,
que lo invitó a dar la prédica de Adviento en la catedral. Las prédicas
de Ketteler bajo el título de “las grandes cuestiones sociales de la
actualidad” atrajeron mucho la atención, incluso también fuera de
Maguncia. Sus ideas fueron aceptadas, pensadas, discutidas y combatidas.
Al terminar las conferencias en la Paulskirche de Fráncfort, Ketteler fue llamado a trabajar como prefecto en St. Hedwig
en Berlín. A partir de octubre de 1849 trabajó ahí como pastor de 25000
católicos. Ketteler notó inmediatamente las urgencias sociales de la
ciudad, preparó la construcción de un nuevo Hospital y condujo como un
gran evento la primera procesión de Corpus Christi en Berlín después de la Reforma.
En marzo de 1850, unos pocos meses después de llegar a Berlín, Ketteler recibió el mensaje de su elección como obispo de Maguncia. El 16 de julio de llegó a Maguncia
por primera vez como Obispo nombrado y nueve días después fue su
consagración. Después de la mediatización y secularización en una
diócesis amargamente pobre.
El obispo Ketteler empezó a reforzando la formación de sacerdotes: en
el Seminario fueron creados nuevos institutos de teología. Para
Ketteler, una fuerza importante siempre fueron las órdenes religiosas,
de las que en Maguncia solamente había una: las llamadas “senioritas
inglesas” o Maria-Ward-Schwestern, hoy Congregatio Jesu,
que desde 1752 mantenían una escuela; por esto llamó a muchas órdenes y
les brindó ayuda para trabajar en Maguncia. Con llegada de las órdenes
se crearon muchas instituciones de ayuda, escuelas y hospitales, entre
ellas la Casa San José para protección de jóvenes abandonados y la la
escuela de Santa María, que hoy es el Willigisgymnasium.
Ketteler hizo muchos viajes en su diócesis donde reconoció rápidamente
la urgencia de ayuda espiritual: La insuficiente educación de los
jóvenes, especialmente de las muchachas, la deficiente asistencia a los
enfermos especialmente en el campo. Tras las limitaciones de la Kulturkampf,
que prácticamente prohibía a las religiosas servir en la escuela, ellas
se encargaron en varios lugares de las casas de enfermos. El hospital
Hildergardiano que fue abierto en 1912, es una fundación de la comunidad
de Maguncia, que representa una memoria viva del obispo en atención a
los jóvenes y enfermos.
Ketteler tenía una gran sensibilidad para la necesidad del hombre. En
su primera carta pastoral dice: “a partir de ahora con todo lo que soy y
lo que tengo, no me pertenezco, sino a ustedes. Yo reconozco que estoy
obligado a evitar toda comodidad y lujo en mi casa, lo que pueda ahorar
de mi salario como obispo, a dedicarlo a fines benéficos”.
La reciente industrialización de su tiempo cambió a la sociedad
permanentemente y Ketteler pensaba que las obras de caridad por si solas
no podían alcanzar a satisfacer estas cuestiones. En su obra principal
“La cuestión del trabajo y el cristianismo” 1864 presentaba estas ideas
en busca de una solución. Ketteler decía que dos cosas eran necesarias:
una era la fundación de cinco sociedades productivas para las que él
incluso ofrecó 50 000 florines, al tiempo que esperaba la ayuda del
francés Ferdinand Lassalle.
La otra era la Ética social católica. Ketteler estaba convencido de no
habría ninguna solución a la cuestión social cuando se dejara fuera de
la acción a la Iglesia y la religión.
Antes de partir hacia Roma, Ketteler había cogido un resfriado, al que
aunque no le otorgó importancia visiblemente lo debilitó físicamente.
Totalmente agotado partió de la Santa Sede y celebró en Alttötting su
última misa. Finalmente viajó a visitar un viejo amigo en el monasterio
capuchino Burghausen, donde ya no pudo recuperarse. El 13 de julio de
1877 murió Ketteler en Burghausen y conforme a su deseo fue enterrado en
la capilla de María del la Catedral de Maguncia. Ketteler vivió 66 años
y fue 27 años obispo de Maguncia.